lunes, 3 de diciembre de 2007

Patricia Matte : Familia e igualdad de oportunidades - Pobreza y educación


Patricia Matte -conocida socióloga chilena- recibió la semana pasada el Premio Bicentenario, otorgado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, en conjunto con la Universidad de Chile y la Comisión Bicentenario.

En la página de la Universidad de Chile (estatal): Patricia Matte recibe Premio Bicentenario 2007 en Casa Central

Me gustaría presentarles un extracto de su discurso de agradecimiento, publicado en el diario El Mercurio:

Debemos crear conciencia de que el círculo negativo de la pobreza comienza a cerrarse en la familia, y en la medida en que los déficits iniciales no se suplan a tiempo, se van acrecentando las desigualdades.

Todos sabemos que resulta trascendental en la generación de un círculo virtuoso de oportunidades lo que suceda con el capital humano, y es ahí donde todos hemos coincidido en que resulta esencial mejorar la calidad de la educación. Este es uno de los elementos centrales de esta estrategia.

Pero la acumulación de capital humano es un proceso dinámico. Las destrezas adquiridas en un período del ciclo de vida determinan lo que sucede en la etapa siguiente, y es ahí donde resulta trascendental el papel de la familia.

En nuestra discusión pública sobre desigualdad se da demasiado énfasis a elementos como el gasto por alumno o el tamaño de las salas de clases o el número de horas que el niño estudia, y muy poco énfasis al tema de la familia y del trabajo. Familia, escuela y empleo son partes del ciclo de formación de destrezas, y todos interactúan entre sí en este proceso formativo. Lo que resulta más grave, y que viene a explicar nuestros pocos avances en materia de distribución de ingresos, es que las destrezas se acumulan en un círculo virtuoso: destrezas crean más destrezas; en cambio los déficits acumulan más déficits, y eso lleva a que las distancias entre aquellos que poseen las destrezas para insertarse en esta sociedad del conocimiento y los que no las tienen se vayan acrecentando en el tiempo.

Este proceso es el que hay que entender para diseñar políticas públicas efectivas para nuestro país.

Lo que las investigaciones recientes en capital humano nos sugieren, entonces, es que cada medida que se tome sea evaluada pensando que las intervenciones en la etapa temprana del ciclo formador de destrezas son lejos las más rentables y eficientes. Es por ello que ha surgido con tanta fuerza el tema de la educación preescolar, sobre todo en sectores pobres. No hay duda tampoco de que las intervenciones preescolares más efectivas son aquellas que incorporan un trabajo intenso con los padres, única forman eficaz de romper el ciclo negativo que se comienza a gestar desde el momento del nacimiento del niño si la familia es disfuncional.

En estas circunstancias, ¿quién suplirá a las familias, tan necesarias en el proceso formador de destrezas? Este es un tema que me preocupa y veo con alarma los efectos que estos hechos tienen en la calidad de los alumnos que recibimos en nuestras escuelas. Revertir los daños que la ausencia de familia produce en los niños resulta tremendamente costoso. Lo que logran los buenos colegios es simplemente evitar que el niño caiga más abajo y crear una serie de hábitos, todo lo que hoy día se llaman destrezas no cognitivas o de inteligencia emocional, que le permiten al niño asumir en mejor forma su situación inicial deficitaria; pero que difícilmente lo iguala a aquel niño que proviene de una familia habilitada o funcional e inicia su círculo virtuoso de formación de destrezas a una edad más temprana.

Muchas de las inversiones que hoy estamos pensando acrecentar están focalizadas, en cierta forma, en reemplazar la labor de la familia. ¿No sería menos costoso diseñar políticas públicas destinadas a fortalecer las familias habilitadas y dar señales claras en este sentido? Creo que estos temas deben aparecer con más frecuencia en la agenda pública y me gustaría un Estado más activo en este sentido.

Los nacimientos fuera del matrimonio o en madres adolescentes no son neutrales; traen asociados costos que se acumulan en el tiempo y de los cuales, posteriormente, debe dar cuenta la sociedad como un todo. Debemos crear conciencia de que el círculo negativo de la pobreza comienza a cerrarse en la familia, y en la medida en que los déficits iniciales no se suplan a tiempo, se van acrecentando las desigualdades y se hace cada vez más costoso revertir sus efectos.

Es verdad que resulta difícil en una sociedad como la nuestra tocar estos temas, pero no nos engañemos, los efectos de la ausencia de familia han sido devastadores en aquellos países que nos llevan la delantera en estas materias. Tampoco resulta simple intervenir o reemplazar a las familias que no cumplen su papel, pero creo que en el diseño de las políticas públicas no podemos dar señales erradas.

Debemos también ser cuidadosos cuando incentivamos el trabajo de la mujer sin aumentar la flexibilidad laboral para que las mujeres puedan lograr una mejor compatibilización de trabajo y familia. Podría suceder que aumentara el ingreso nacional y el de los sectores más pobres, pero desapareciera el papel trascendental de la madre como transmisora de capital social y cultural. Hoy en muchas familias eso está sucediendo. Los educadores están experimentando día a día esta realidad.


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