lunes, 11 de febrero de 2008

Antiguas y nuevas discriminaciones contra la mujer, según Benedicto XVI.

Benedicto XVI denuncia antiguas y nuevas discriminaciones contra la mujer y promueve una renovada investigación antropológica sobre el «genio femenino»

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 10 febrero 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha denunciado antiguas y nuevas discriminaciones contra la mujer, que van desde abusos machistas hasta el uso publicitario de la mujer objeto.

Al mismo tiempo promovió una renovada investigación antropológica sobre la mujer --pero también sobre el hombre--, que por una parte tenga en cuenta la tradición cristiana y por otra incorpore los progresos de la ciencia y la actual sensibilidad cultural.

El Papa presentó estas propuestas a los participantes a los participantes en el congreso internacional «Mujer y varón, la totalidad del humanum», celebrado en Roma del 7 al 9 de febrero para recordar los veinte años de la publicación de la carta apostólica de Juan Pablo II «Mulieris dignitatem».

En la audiencia que concedió el último día a este auditorio internacional, en su mayoría mujeres, convocado por el Consejo Pontificio para los Laicos, el Papa reconoció que «todavía hoy persiste una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo, que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con respecto al hombre».

«Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer --denunció--, en los que se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para defender la disparidad de los sexos, en los que se perpetran actos de violencia contra la mujer, haciendo de ella objeto de malos tratos o de abusos en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión».

En este contexto, «se necesita una renovada investigación antropológica que, basándose en la gran tradición cristiana, incorpore los nuevos progresos de la ciencia y las actuales sensibilidades culturales, contribuyendo de este modo a profundizar no sólo en la identidad femenina, sino también en la masculina, que con frecuencia también es objeto de reflexiones parciales e ideológicas».

Presentando la tradición cristiana y en particular la contribución que ofreció Karol Wojtyla en su papado, reflexionó «en la igualdad de dignidad y en la unidad» del varón y la mujer, basada «en el fundamento de la dignidad de toda persona, creada a imagen y semejanza de Dios, quien "les creó varón y mujer"», como dice la Biblia en el Génesis (1, 27).

«Ante corrientes culturales y políticas que tratan de eliminar, o al menos de ofuscar y confundir, las diferencias sexuales inscritas en la naturaleza humana considerándolas como una construcción cultural», el Papa recordó el designio de Dios que ha creado al ser humano varón y mujer, «con una unidad y al mismo tiempo una diferencia originaria y complementaria».

«La naturaleza humana y la dimensión cultural se integran en un proceso amplio y complejo que constituye la formación de la propia identidad, en la que ambas dimensiones, la femenina y la masculina, se corresponden y complementan».

En este contexto, el Papa reivindicó el derecho de los hijos a «poder contar con un padre y una madre para que les cuiden y les acompañen en su crecimiento» y recordó que el Estado «tiene que apoyar con políticas sociales adecuadas todo lo que promueve la estabilidad y la unidad del matrimonio, la dignidad y la responsabilidad de los cónyuges, su derecho y tarea insustituible como educadores de lo hijos».

Por último, exigió que «se le permita a la mujer colaborar en la construcción de la sociedad, valorando su típico "genio femenino"».

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