miércoles, 31 de octubre de 2007

El cine y el papel de la mujer en el movimiento migratorio

TETUÁN. El seminario El cine como herramienta didáctica para construir valores, que hoy finaliza en Tetuán con una mesa redonda, avanzó ayer con la proyección de cuatro películas que sirvieron para reflexionar y debatir sobre los movimientos migratorios, la ida y la vuelta, y sobre el papel de la mujer en África.
Para ilustrar Emigración e inmigración: la cuestión de los movimientos migratorios contemporáneos se exhibieron Llegar al cielo (España, 2006), de Tony Romero, y Bienvenido Mr. Kaîta (España, 2006), de Albert Albacete.
Llegar al cielo esboza algunos de los problemas de la inmigración africana en España y plantea la importancia de no perder las raíces. Bienvenido Mr. Kaîta cuenta la experiencia reveladora que supone para una familia su regreso a Gambia tras permanecer diez años en nuestro país.
Las dos cintas, vistas en la sesión de la mañana, sirvieron para conocer la visión de esos inmigrantes que forman parte del paisaje cotidiano en España y que tienen mucho que contar frente a las habituales imágenes de miseria y deportación y para saber de cómo se vive y se siente la vuelta a una tierra a la que supuestamente se pertenece. Ambos directores lo analizaron durante el coloquio posterior a la proyección.
Por la tarde fue el turno para explorar esa imagen que existe de que las mujeres en Occidente son libres, emancipadas y modernas, mientras que las otras, las marroquíes, son sumisas, dependientes y ancladas en la tradición.
Souad Guennoum habló de la situación socio política de la mujer en Marruecos y de los movimientos y las acciones que practican en la actualidad tras Je voudrais vous raconter (Marruecos/Francia, 2005), de Dalila Ennadre.
Una segunda ponencia se centró en la simbología del velo islámico y en los estereotipos de la mujer árabo-musulmana tras proyectarse el corto Hiyab (España, 2005), de Xavi Sala.
La conferencia posterior la ofreció Sandra M. Maunac, responsable de actividades externas del Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT) y una de las coordinadoras del seminario. La otra es Mane Cisneros, directora del FCAT.

Artículo extraido de europasur.es, publicado el 31/10/07

lunes, 29 de octubre de 2007

El matrimonio se funda en la diferencia de sexos


La palabra “homoparentalidad”, recientemente acuñada, intenta hacer olvidar que el matrimonio está fundado sobre la diferencia de sexos, y no sobre la sexualidad de los individuos. Esta es la tesis que desarrolla la filósofa francesa Sylviane Agacinski en un artículo que publica en Le Monde (22 junio 2007).
Firmado por Sylviane Agacinski Fecha: 27 Junio 2007
Agacinski señala que la institución de una pareja parental homosexual “aboliría la distinción hombre/mujer en beneficio de la distinción entre homosexuales y heterosexuales”. La reivindicación del “matrimonio homosexual” o de la “homoparentalidad” se ha formulado a partir de la construcción de sujetos jurídicos que nunca han existido: los “heterosexuales”, con lo cual se ha planteado la igualdad de derechos entre homosexuales y heterosexuales. “Sin embargo, se trata de una ficción, pues ni el matrimonio ni la paternidad se basan en la sexualidad de los individuos, sino en primer lugar en el sexo, es decir, en la distinción antropológica entre hombres y mujeres”.
En una civilización como la nuestra, heredera del derecho romano, afirma Agacinski, el matrimonio ha sido siempre la unión legal de un hombre con una mujer, a la que hace la madre de sus hijos. El matrimonio es, todavía hoy, “la unión de dos sexos en razón de su complementariedad en la generación”. En cambio, “un matrimonio homosexual instauraría simbólicamente como pareja parental a dos personas del mismo sexo y pondría en cuestión la filiación bilateral de los hijos (un lado materno y otro paterno)”.
“Se invoca generalmente un culturalismo integral para afirmar que el derecho civil y particularmente la institución del matrimonio y de la filiación son puras construcciones, ajenas a la sexuación y a la generación. Pero no hay nada de eso, pues el lazo de filiación que une a un hijo con sus padres es universalmente reconocido como bilateral, y esta bilateralidad sería ininteligible si no se construyera directamente sobre la generación sexuada”.
“Sin duda alguna, es la complementariedad y asimetría hombre-mujer la que da su modelo a la distinción de los lados paterno y materno de la filiación”.
Agacinski reconoce que la paternidad civil no siempre coincide exactamente con la generación biológica, pero en general se ha intentado que coincidan. “No olvidemos tampoco que el orden civil no borra todo lazo biológico: el incesto sigue siendo tabú entre padres e hijos naturales, y la responsabilidad moral de los progenitores, cuando son conocidos, no desaparece simplemente tras la paternidad legal”.
En cualquier caso, “la alteridad sexual da su modelo formal a la bilateralidad de los ascendientes (por eso, y solo por eso, son dos, y no tres o cuatro)”. En resumen, “si el orden humano, social y simbólico, da a los individuos una filiación doble, materna y paterna, no es en razón de los sentimientos que pueden unir a los padres entre sí, los deseos que los animan o los placeres que se dan, sino en razón de la condición sexuada de la existencia humana y de la heterogeneidad de toda generación, cuyo modelo la cultura ha querido conservar hasta ahora”.
Se trata pues de decidir si hay que mantener o romper “este modelo en el que se articulan la generación, la diferencia de sexos y la de generaciones”.

Este texto lo podéis encontrar en Aceprensa, 27 junio 2007

miércoles, 24 de octubre de 2007

¿Puede decirse que Dios es Madre? El Papa responde a esta pregunta en su libro "Jesús de Nazaret"

"No obstante, aunque en el lenguaje plasmado a partir del cuerpo el amor de madre se aplique a la imagen de Dios, hay que decir también que nunca, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, se califica o se invoca a Dios como madre. En la Biblia, «Madre» es una imagen, pero no un título para Dios". (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Madrid 2007, p. 174)

Párrafo que se encuentra en este contexto más amplio:

"Por último queda aún una pregunta: ¿es Dios también madre? Se ha comparado el amor de Dios con el amor de una madre: «Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo» (Is 66, 13). « ¿Puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré» (Is 49, 15). El misterio del amor maternal de Dios aparece reflejado de un modo especialmente conmovedor en el término hebreo rahamim, que originalmente significa «seno materno», pero después se usará para designar el conpadecer de Dios con el hombre, la misericordia de Dios. En el Antiguo Testamento se hace referencia con frecuencia a órganos del cuerpo humano para designar actitudes fundamentales del hombre o sentimientos de Dios, como aún hoy en día se dice «corazón» o «cerebro» para expresar algún aspecto de nuestra existencia. De este modo, el Antiguo Testamento no describe las actitudes fundamentales de la existencia de un modo abstracto, sino con el lenguaje de imágenes tomadas del cuerpo. El seno materno es la expresión más concreta del íntimo entrelazarse de dos existencias y de las atenciones a la criatura débil y dependiente que, en cuerpo y alma, vive totalmente custodiada en el seno de la madre. El lenguaje figurado del cuerpo nos permite comprender los sentimientos de Dios hacia el hombre de un modo más profundo de lo que permitiría cualquier lenguaje conceptual.

No obstante, aunque en el lenguaje plasmado a partir del cuerpo el amor de madre se aplique a la imagen de Dios, hay que decir también que nunca, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, se califica o se invoca a Dios como madre. En la Biblia, «Madre» es una imagen, pero no un título para Dios. ¿Por qué? Sólo podemos intentar comprenderlo a tientas. Naturalmente, Dios no es ni hombre ni mujer, sino justamente eso, Dios, el Creador del hombre y de la mujer. Las deidades femeninas que rodeaban al pueblo de Israel y a la Iglesia del Nuevo Testamento mostraban una imagen de la relación entre Dios y el mundo claramente antitética a la imagen de Dios en la Biblia. Contenían siempre, y tal vez inevitablemente, concepciones panteístas, en las que desaparece la diferencia entre Creador y criatura. Partiendo de este presupuesto, la esencia de las cosas y los hombres aparece necesariamente como una emanación del seno materno del Ser que, al entrar en contacto con la dimensión del tiempo, se concreta en la multiplicidad de lo existente.
Por el contrario, la imagen del padre era y es más adecuada para expresar la alteridad entre Creador y criatura, la soberanía de su acto creativo. Sólo dejando aparte las deidades femeninas podía el Antiguo Testamento llegar a madurar su imagen de Dios, es decir, la pura trascendencia de Dios. Pero aunque no podemos dar razonamientos absolutamente concluyentes, la norma para nosotros sigue siendo el lenguaje de oración de toda la Biblia, en la que, como hemos dicho, a pesar de las grandes imágenes del amor maternal, «madre» no es un título de Dios, no es un apelativo con el que podamos dirigirnos a Dios. Rezamos como Jesús nos ha enseñado a orar, sobre la base de las Sagradas Escrituras, no como a nosotros se nos ocurra o nos guste. Sólo así oramos de modo correcto".

Al respecto puede verse también una explicación sintética en http://www.buenanueva.net/Teologia/1_11_16dios_madre.htm

Un historiador habla de Jesús y la mujer.

He tenido noticia de este artículo. Pienso que tiene enjundia para ser comentado.

Algaba: «Jesús creía que la mujer debía estar sometida al varón y quedarse en casa» El historiador presenta un avance de la tesis que prepara bajo la dirección de Gustavo Bueno

Oviedo

«Estaba subordinada al varón y debía permanecer en el ámbito de la casa». Ése es el concepto que de la mujer tenía Jesús de Nazaret según José Ramón Esquinas Algaba. El historiador malagueño presentó ayer su libro «Jesús de Nazaret y su relación con la mujer. Una aproximación desde el estudio de género a partir de los Evangelios sinópticos» en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, un avance de la tesis doctoral que prepara bajo la dirección del filósofo Gustavo Bueno.

La obra fue introducida por el hijo del pensador, Gustavo Bueno Sánchez, quien explicó que, a pesar del subtítulo, Esquinas Algaba pone en cuestión los estudios de género, «una moda que se ha generalizado y que está siendo «subvencionada y ampliamente auspiciada por las universidades». Algaba trata, además, de «desmontar la propaganda feminista que se está desarrollando desde hace unas décadas». En el transcurso de su investigación, incidió Bueno Sánchez, el doctorando «descubrió con sorpresa la debilidad de esas argumentaciones y de la ideología que las sustenta»: «Piensas que o bien hay aspiraciones detrás de alguien que quiere hundir aun más la situación actual o bien es la propia estupidez de quien no quiere ver, de feministas radicales que quieren ver en Jesucristo al primer adalid del feminismo».

La tesis central que Esquinas Algaba desarrolla en su obra es que «Jesús compartía el pensamiento, las ideas sexistas sobre la mujer de su tiempo. No era feminista y no se planteó en ningún momento liberar a la mujer».

Para defenderla puso varios ejemplos extraídos de los Evangelios sinópticos, «muy interesantes porque sus relaciones son circulares» y «la clave para entender al Jesús de Nazaret histórico». Primer pasaje: «El de la mujer a la que apedrearon», el de «el que esté libre de pecado que tire la primera piedra». «Es un texto tardío, que no pertenece al Evangelio de San Juan», aseguró el historiador, quien también negó que «Jesús estuviese siempre rodeado de prostitutas». «¿Cuántas veces lo estuvo?», se preguntó. «Ninguna. Es falso, un recurso retórico para decir: "Esta chusma os precederá en el reino de los cielos"». Porque, según Esquinas Algaba, «Jesús creía que el fin del mundo era inminente, estaba convencido de que Yahvé iba a intervenir en la historia, a acabar con los demonios y a imponer su reino». Y de ese mismo «contexto escatológico» derivan, según el autor, sus relaciones con la familia. Así, afirma: «Habla del fin de la familia tradicional, pero no porque él abogara por esa ruptura. Se debía al cataclismo que iba a venir».

Otro ejemplo: la cuestión del repudio. «El judaísmo no sabía de divorcio, sabía de repudio. Jesús dice que no se puede repudiar a una mujer y casarte con otra, y las feministas interpretan que Jesús eleva la dignidad de la mujer, cuando a lo que se refería era a que el que repudiaba a su mujer tenía que pasarle una dote, una pensión. El repudio no era algo tenebroso, como ellas plantean, sino algo beneficioso para la mujer». Y un último: «Los eunucos que se castran para entrar en el reino de los cielos. Las feministas defienden que Jesús iba contra el modelo masculino. No: es que sólo puede castrarse al hombre, porque la mujer ya lo está».

lunes, 22 de octubre de 2007

Estadísticas en Reino Unido

Mientras en el Reino Unido ha caído fuertemente el número de matrimonios en los últimos tiempos, la Oficina Nacional de Estadísticas destaca, cifras en mano, los beneficios de la familia tradicional.

Según un informe sobre las familias, de seguir la actual tendencia, dentro de sólo veinticuatro años, las parejas casadas constituirán una minoría en este país.

El número de parejas que cohabitan creció un 65 por ciento en los últimos diez años hasta alcanzar los 2.3 millones mientras que el de las casadas cayó en un 4 por ciento hasta 12.1 millones.

La cifra de madres solteras aumentó a su vez un 8 por ciento hasta 2.6 millones en el mismo período de tiempo.

El informe predice un incremento del 250 por ciento entre las personas del grupo de edad de 45 a 64 años que cohabitan.

Las madres solteras representan ya un 22 por ciento de todas las familias en Londres, porcentaje superior al de cualquier otra región geográfica del país y que en algún barrio como el de Lambeth, en el sur de la capital, llega incluso a un 48 por ciento.

Cuando los datos sobre la estructura familiar se combinan con las estadísticas sobre la salud, se obtiene el hecho de que las personas casadas de cualquiera de los dos sexos goza de mejor salud que el resto.

La situación marital influye también en los índices de mortandad, que son entre los hombres solteros de 34 años unas dos veces y medio superiores al de sus equivalentes casados.

Los varones divorciados o que han enviudados de más de ochenta años tienen a su vez un índice de mortandad superior en un tercio al de los casados.

La mortandad es también superior entre las mujeres solteras, viudas o divorciadas a la que se da entre las casadas, según el informe.

Los hijos cuyos padres están legalmente casados tienen más probabilidades de seguir en la escuela a los diecisiete años que cualquier otro grupo.

El riesgo de contraer enfermedades crónicas es superior entre los hijos que viven en familias monoparentales que en las tradicionales.

"Los datos tanto de mortalidad como de morbilidad demuestran que sigue haciendo una fuerte relación entre salud y familia", afirma Mike Murphy, profesor de demografía de la London School of Economics y uno de los autores del estudio.

Murphy reconoció que algunos de los beneficios del matrimonio se explican por la riqueza ya que ese tipo de alianza es más frecuente que la simple cohabitación en los grupos de mayor poder adquisitivo aunque agregó que "hay algo en el matrimonio que es por sí beneficioso".

El líder de la oposición conservadora, David Cameron, advirtió recientemente del peligro de olvidarse del hecho de que "uno de cada dos padres que cohabitan terminan separándose antes de que sus hijos cumplan cinco años".

Mientras que los conservadores han reafirmado en su último congreso el apoyo al matrimonio tradicional para intentar parar lo que califican de creciente "desintegración social", el Gobierno laborista se dispone a reforzar los derechos de quienes han optado por la cohabitación
Fuente: EFE

miércoles, 10 de octubre de 2007

Un Congreso Mariano abordará la feminidad y la masculinidad

Lugar: Barcelona
(VERITAS) La sede de la Fundación Balmesiana de Barcelona acogerá los próximos 2 y 3 de noviembre un Congreso Mariano titulado “La mujer en el plan salvífico divino. El corazón de María, luz para hombre y mujer”, en el que intervendrán entre otros expertos el director del Centro de Estudios Diplomáticos de la Santa Sede, monseñor Justo Mullor; el presidente de la Sociedad Mariológica Española, Enrique Llamas; y el profesor emérito de la Universidad Católica de Angers, René Laurentin.El Congreso estudiará la feminidad y la masculinidad a la luz de la perfección de María Santísima, tras el exitoso Congreso sobre el Corazón de Jesús celebrado en Barcelona el pasado mes de junio. Desde la teología, expertos aportarán soluciones a problemas como las dificultades para conciliar el trabajo y la maternidad, las crisis matrimoniales y el aumento de abortos

El velo islámico se rasga


Bajo el rótulo “El velo islámico se rasga”, el Semanario Alba publica un artículo del Profesor Pedro-Juan Viladrich de notable interés: “La Generalitat de Cataluña ha obligado a una escuela de Gerona a aceptar que una niña musulmana asista a clase con el 'hiyab', el pañuelo musulmán. Ante el revuelo organizado, y la relevancia del hecho en la opinión pública, el catedrático Pedro-Juan Viladrich reflexiona en este número de Alba sobre el tema, al considerar que se reabre el debate sobre la legalidad, incluso constitucional, del uso del velo islámico por parte de las menores escolarizadas en el sistema educativo español” (http://www.semanarioalba.com/content/view/462/57/).


La Generalitat de Cataluña ha obligado a una escuela de Gerona a aceptar que una niña musulmana asista a clase con el 'hiyab', el pañuelo musulmán. Ante el revuelo organizado, y la relevancia del hecho en la opinión pública, el catedrático Pedro-Juan Viladrich reflexiona en este número de Alba sobre el tema, al considerar que se reabre el debate sobre la legalidad, incluso constitucional, del uso del velo islámico por parte de las menores escolarizadas en el sistema educativo español.


Pedro-Juan Viladrich

Se reabre el debate de la legalidad, incluso constitucional, del uso del velo islámico por parte de las menores escolarizadas en el sistema educativo español. La Generalitat de Cataluña acaba de obligar a una escuela de Gerona a aceptar que una niña vaya a clase con el hiyab, el pañuelo musulmán. Bienvenido sea este debate, porque debajo del velo hay mucho más que el rostro de una niña de Gerona en particular. Hay cuestiones mayores de madurez ciudadana y democracia avanzada. Son complejas y muy diversas. Piden aquel tipo de soluciones que se cimentan en fundamentos sólidos y duraderos, que son ricos en excelentes matices, que articulan bien el caso particular y la regla general.
Los tres primeros principios que, en nuestra Constitución, rigen el tratamiento civil del factor religioso son el de libertad religiosa, el de aconfesionalidad del Estado y el de igualdad ante la ley. Por causa de la libertad religiosa, que pertenece a las personas de los ciudadanos y a las confesiones legalmente reconocidas, el Estado y los poderes públicos -en sus respectivos ámbitos de competencia- vienen obligados a promover las condiciones que hacen posible el ejercicio de la libertad religiosa y a remover los obstáculos que la impiden. Bajo el criterio de este principio, es legítimo vivir en nuestra sociedad -incluyendo el ir a la escuela o a la Universidad, por ejemplo- vistiéndonos o llevando signos que expresan nuestras convicciones religiosas. Respetando los derechos de los demás, podemos legítimamente enriquecer el entramado de la sociedad con aportaciones que, en el campo cultural, artístico, social y económico, surgen de la fe y su práctica. Podemos celebrar la Semana Santa, convertir un edificio en convento, edificar una catedral o fundar una universidad católica. Los curas y las monjas católicas pueden vestir sus hábitos religiosos en cualquier lugar, incluida ‘la calle’. Y los estudiantes católicos pueden ir a clase luciendo en su cuello un crucifijo, un escapulario o la imagen de la Virgen de su devoción. Lo mismo los ciudadanos de otras confesiones.


Por causa del segundo principio, el Estado no puede tener una confesión religiosa ni una ideología como oficial e imponerla a sus ciudadanos y a la sociedad. Y así, por ejemplo, en los establecimientos del Estado y de las Administraciones públicas -como, por ejemplo, es el caso de un colegio o una universidad pública- ni el crucifijo cristiano, ni la media luna islámica, ni el triángulo masón pueden formar parte de la simbología oficial de lo público y estatal. Por causa del principio de igualdad, por ejemplo, sería ilegal que la Generalitat de Cataluña apoyase el hiyab islámico de las alumnas y prohibiese -o dificultase con mil artimañas- el uso de símbolos cristianos a los alumnos de esta confesión; subvencionase la difusión del islamismo, del budismo o de la masonería y negase esas subvenciones a los sectores cristianos de la sociedad. Y no olvidemos que una forma perversa de fingir la igualdad es la ingeniería dirigida a diseñar, desde los poderes oficiales y con los recursos públicos, un igualitarismo religioso e ideológico inexistente en la realidad social. La sociedad española es de cultura y costumbres mayoritariamente cristianas. Hasta la misma Constitución, en su art. 16.3, señala a los poderes públicos la obligación constitucional de tener cuenta las creencias religiosas de la sociedad española, lo que, por de pronto y al menos, significa respetarlas.


Dicho esto, es preciso añadir que al apoyar la Generalitat el hiyab, el velo islámico se ha rasgado. Quiero decir que la forma islámica de vestir a la mujer se sumerge de lleno en el lavadero civil democrático, en el ágora donde la cultura política occidental -a la que pertenecen España, la sociedad de Gerona y la Generalitat de Cataluña- debate con libertad y a la luz de la mejor razón las cuestiones sociales y políticas. Si el velo es apoyado por nuestras leyes, entonces el velo también se somete a debate cívico al libre estilo occidental. Y la primera cuestión es si el velo islámico -desde su forma más leve hasta la más radical y entera- es una libre manifestación de la libertad religiosa de la mujer o, fuera del ámbito del derecho de libertad religiosa, estamos ante una manifestación de una concepción política, social, cultural y económica que somete la mujer al hombre. Porque si es lo segundo, no estamos ante un caso de libertad religiosa, sino ante una injusticia y una discriminación contra la mujer por razón de su sexo (agravada por su nacimiento, raza y religión islámica), contrarias frontalmente a nuestra civilización, a nuestra sociedad y a sus leyes, empezando por la Constitución vigente (art. 14).


La clave del asunto está más al fondo. La fe islámica no ha madurado todavía una neta distinción entre el ámbito de la fe y praxis religiosa y su autonomía respecto de lo cívico y político. Por decirlo con otras palabras, la mujer islámica siempre está velada, porque no tiene un ámbito vital para el significado religioso del velo y otro campo de su vida donde realizar los significados civiles y políticos. Todo es uno y confuso. Y dentro de esa confusión, si el velo es signo de la identidad de la mujer islámica en la unidad de lo social-político-religioso-familiar, entonces todos esos velos femeninos, por femeninos, son signos de una concepción desigual, discriminada y sometida de la mujer. Por eso la cuestión del velo no es sólo una cuestión de libertad religiosa, sino de libertad e igualdad social y civil. Espero que la Generalitat haya tenido en cuenta todo el calado y consecuencias. Espero que -conocida la exquisita preparación y finura del tripartito en estos temas- no se haya lanzado a la piscina del multiculturalismo simplón o del electoralismo demagógico.